A veces no hay palabras ni citas que puedan resumir lo que paso aquel día. A veces el día, simplemente... termina.

viernes, 4 de enero de 2013

Envidia devota




"La poesía no quiere adeptos, quiere amantes".
-Federico García Lorca-



Envidio esa devoción por seguir todos sus pasos. Controlar todas sus comas, sus puntos, sus paréntesis y acotaciones más allá de los márgenes de la cordura. Esa pelusa me cosquillea por saberme sentada en el gallinero recitando para las musarañas mientras tú tan magnífico, tan entregado, tan sumergido en esas palabras que ella lanza a tu primera fila del teatro, como Rita lanzaba su guante, me pides que hable más bajito con la mano.

Envidio todas las noches que le regalas, las horas que le dedicas, los anhelos que le suspiras y las angustias que le sirves entre humos de cigarrillos aliñados. A mí me toca taparte con una manta mientras cabeceas a mi lado durante ese tiempo de descanso que ella me roba y tú necesitas para estar en forma cuando el sereno anuncie su llegada.

No debes hacerla esperar.

En cuanto la lamparita que ilumina mi último libro y mi rinconcito solitario en la cama funde en negro y me hunde en un profundo sueño a ti te desvela el repicar de sus tacones de vértigo y su privado lenguaje de puta de puerto. Toda esa calaña que conforma su verdadera natura hábilemente escondida bajo un elegante satén negro y una poética compostura de criatura insondable, ese bipolarismo controlado al milímetro que inventaron las sirenas de Ulises, y que ella maneja con maestría, a ti te pone en guardia y te ancla a su vera.
Pero esto de épico tiene poco, es una historia de cabaret de barrio desahuciado que luce escandalosamente extravagante durante un rato, pero que tras el espectáculo tan solo hereda los restos de una juerga que habrá que limpiar para que cuando amanezca todo luzca decente, literato y hermoso.

Y  a pesar de saber que yo poseo de ti algo que a ella nunca le has otorgado, y a pesar de saber que a mi también me amas, y a pesar de los pesares: la envidia me corroe. Y la maldigo por esa parte de ti que me ha robado. Maldigo a la poesía, la maldigo por alejarte de mí. Virus desalmado que se te ha llevado de mi lado y te mantiene varado en sus playas de letras infinitas y versos inacabados.

Yo te maldigo zorra despiadada.



2 comentarios:

  1. Conmovedor. Acelera el latido...

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  2. Mudamos la piel como las serpientes, pero no por ello dejamos que el veneno se escape.

    un abrazo de bienhallada

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